El divorcio no solo es siempre más recurrente, sino además una gran fuente de estrés. Entre las causas de separación más comunes están las adversidades de comunicación, los cambios en el estilo de vida y valores de la pareja, la falta de amor, la infidelidad o el enamorarse de otra persona.
Sentimientos intensos
Al inicio, uno o los dos integrantes de la pareja tienen la posibilidad de padecer sentimientos muy intensos: sensación de abandono, rechazo, cólera o negación de la verdad. La ruptura de una relación es traumática cuando uno de los dos cónyuges se siente muy apegado al otro o sus sentimientos son ambiguos, como querer separarse y de forma simultanea aferrarse.
Sin embargo, la separación se transforma en un alivio cuando ambas partes tienen claro que va a ser para bien, y más que nada si la relación por el momento no aportaba felicidad, hay abusos, adicción a las drogas o al alcohol.
En cualquier situación, una contrariedad añadida es explicar el divorcio a los hijos. Pero con buenas dosis de sinceridad, respeto por sus sentimientos, comprensión y acompañamiento, los más pequeños de la vivienda lo comprenderán, o por lo menos aceptarán que es más saludable que sus padres se divorcien a que peleen todo el día o creen un clima de infelicidad en el hogar.
Estar comunicado durante el desarrollo de divorcio
En las primeras fases, la comunicación puede ser muy complicada y también irrealizable sin ayuda psicológica. Cuando una pareja entra en un círculo vicioso de discusiones y desamor, es muy recurrente que los papeles se repartan: ellas tienden a la crítica y al desprecio, y ellos se defienden y se amurallan emocionalmente.
Buscar como pasar página
Con el tiempo, los sentimientos se serenan y la separación proporciona paso al conocimiento de uno mismo y a la oportunidad de tener una relación más exitosa. No obstante, es considerable ocuparse de sostener una aceptable auto valoración y no dejar que las emociones negativas se enquisten.
Es un error creer que una circunstancia dolorosa se sobrepasa de una vez y para toda la vida. Hay muchas situaciones que tienen la posibilidad de reactivar una vieja herida. Entre otras cosas, que la ex pareja se casa otra vez mientras tú sigues sola, o saber de que va a tener un hijo con otra mujer.
En esos casos, es considerable admitir tus emociones sin intentar negarlas, ocultarlas o disfrazarlas porque no deseas parecer un individuo amargado o rencoroso. Te va a proporcionar ayuda comentar con un familiar o amigo, unirte a un grupo de acompañamiento o sencillamente tener tus propios rituales para sentirte mejor: desde llevar a cabo deporte hasta regalarte un fin de semana con amigos en un espacio que no te recuerde a tu antigua pareja.